¿Cómo demuestro mis habilidades de traductor?
A medida que me adentro en el mundo del traductor autónomo, aprendo cada vez más de mercadotecnia. Por medio de varios libros y podcasts que tratan sobre este tema, me he enterado de que una de las mejores formas de crear el contenido para nuestro material de promoción es dar muestras de escritos propios. Cuando añadimos estos a nuestra página web o blog, los exhibimos como en un escaparate para evidenciar las destrezas que poseemos en la escritura de nuestra lengua materna.
Si algún cliente potencial pasa por nuestro sitio web, podrá ver por sí mismo lo que somos capaces de ofrecerle. Al fin y al cabo también somos escritores y nuestro negocio es la venta de palabras. Es de suma importancia prestar atención a todos los detalles, que incluyen la ortografía, la redacción y la gramática. Es por ello que he decidido compartir uno de mis proyectos finales que presenté en Traduccion del Inglés al Español I del Certificado Especializado en Traducción en University of California San Diego.
El proyecto tenía como fin usar todos los signos de puntuación que se exponen en Ortografía de la lengua española, obra de la RAE. He aquí el escrito titulado Sueño dadaísta en el altiplano guatemalteco:
Viajábamos en coche con excompañeros de la escuela y del trabajo por el interior de la república guatemalteca, a través del altiplano, rumbo a Sololá*. La oscuridad de la noche ya había caído cuando nos detuvimos ―después de haber visto una señal de tránsito que indicaba: «Peligro, velocidad máxima 20 km/h»― en un pequeño hotel a la orilla de la carretera Sololá-Panajachel. Nos estacionamos, cruzamos un cerco de malla y entramos en la recepción. Decoraciones de origen maya forraban las paredes de esta oficina, aun en el mostrador se podían contemplar unas minúsculas máscaras de jade. Tocamos un timbre y un señor de baja estatura salió de una de las habitaciones; con mucha deferencia y entusiasmo nos dijo:
―¡Buenas noches! ¿En qué puedo servirles?
―Quisiéramos dos habitaciones, por favor.
Nos informó que el hotel estaba lleno aunque, por una diferencia considerable, nos podría proporcionar a un menor costo las habitaciones de otros huéspedes que aún permanecían ahí, ya que estos habían salido del hotel y no volverían hasta dentro de dos o tres días. Aceptamos obedientemente la oferta. Al entrar en las oscuras y diminutas habitaciones nos dimos cuenta de que algunas de las pertenencias de los otros huéspedes estaban en los armarios semidescubiertos. «Parece como si hubiéramos entrado en… las fauces del lobo ―pensé―, esto solamente puede ser una señal de mal agüero».
A la mañana siguiente (creo que el viaje recién empezaba, llevábamos como un día de estar viajando; punto de origen: desconocido), después de un abundante desayuno típico de la región, volvimos a las habitaciones y ―gracias a la claridad de los fulgurantes rayos de sol que penetraban por los espacios abiertos que las cortinas no cubrían— pudimos vislumbrar cómo, suspendido en lo alto de la pared de la habitación, brotó repentinamente un abanico de fotografías. Cada una de estas estaba dentro de pequeños marcos, otras, que también surgieron repentinamente, estaban encajadas entre el espejo y el recuadro metálico de un gabinete que se encontraba arriba de un minúsculo lavabo. Por una de las ventanas que daba a un patio trasero, un pavo real extendía su atractiva cola en forma de abanico. Un conjunto de fotografías correspondía a retratos del generalísimo Franco y otro, de mayor número y tamaño, al gran escritor irlandés James Joyce, completamente inconexos. El primer pensamiento que se me vino a la mente fue que los dueños del hotel formaban parte de una logia secreta:
―¡Estamos en la sede de una logia francmasónica! —exclamé—.
—O mejor dicho, de una sociedad fascista-masónica ―replicó un compañero—.
No teníamos idea de cuál era la naturaleza de esta; sin embargo, provocó que todos estalláramos en un ataque de hilaridad. Nos era casi imposible contener la risa. De pronto escuchamos que alguien golpeaba fuertemente la pared de la habitación contigua y, con un tono fuerte y firmé, vociferó:
―¡Déjense de algazaras si no quieren ser expulsados del hotel!
*Departamento de la República de Guatemala (ubicado aprox. a 152 km al oeste de la Cdad. de Guatemala, con una población [maya-cachiquel] de 40 000 personas).
Si tienes algún comentario u otra idea de cómo promocionar los servicios de traducción, no dudes en dejar un comentario. Será un placer para mí entablar una conversación.